El comienzo de la primavera ya se encuentra a la vuelta de la esquina. Las flores de las diversas vegetaciones comienzan a florecer. Los espacios públicos se tiñen de diferentes colores. Y el calor comienza a sentirse en todo nuestro cuerpo. Pero hoy, un día antes de el florecimiento, festejamos el día de la felicidad. Pero, ¿cómo entendemos la felicidad?

La felicidad es un concepto subjetivo, es decir, personal. Cada persona define su felicidad con base a emociones y recuerdos. La base de ello se encuentra en la infancia. Muchas de las cosas que recordamos o que hemos vivido en alegría, tienen que ver con cómo aprendimos y vivimos eso cuando éramos niñas y niños. Sin embargo, existen dos valores universales que nos permiten compartir la felicidad y contagiarla en mayor grado.

 No existe una fórmula o una receta para conseguir la felicidad. Ya que ésta no es una meta, un propósito o un objetivo de vida. La felicidad es una emoción. No permanece sino más que en recuerdos. Lo que permite establecer ciertas bases para vivirla una y otra vez. La felicidad es para todos y todas. La felicidad no discrimina. Y, sobre todo, se hace notar. Aquí te dejamos dos formas de compartir la felicidad hoy y siempre, para tus seres amados y también para todo el mundo.

Ser solidarios

La solidaridad es un valor fundamental. Es necesario aprenderlo desde que somos infantes. Así, podremos crecer como adultos empáticos. Uno de los rasgos más importantes para la solidaridad, es el respeto. ¿Cómo es que estoy ayuda a compartir felicidad? Es más sencillo de lo que parece. Cuando una niña o un niño comprende que todos los seres que habitamos el planeta tenemos diferentes necesidades, gustos y formas, ellos aprenden que no hay una forma única o mejor de existir en el mundo. La solidaridad tiene como principio el apoyo mutuo, lo que no es posible si no se es empático y respetuoso con la vida de los otros. Una vez que ejercemos dichos valores, la solidaridad hace lo suyo, creando lazos seguros en los que los otros no sentirán vergüenza por demostrar sus verdaderos sentimientos y emociones, una de ellas es la felicidad.

Ser compasivos

La compasión es algo que también representa algo importante en la vida de los seres humanos. Ya que, sin ella, no podríamos llegar a ayudar a quienes lo necesitan. Muy por el contrario, la compasión no es sinónimo de lástima. La compasión está acompañada de amabilidad y empatía.  Aquel sentimiento que compone la sublime experiencia del compartir. Cuando somos niños, practicamos con mayor facilidad la compasión, aliviando los dolores y las penas de nuestros semejantes con acciones tales como abrazos y sonrisas. Conforme vamos creciendo, averiguamos más formas en las que podemos ayudar a quienes lo necesitan, complementando esas formas afectuosas que aprendimos en la infancia. Ser compasivos genera la transformación de la frustración o sentimientos negativos, en sentimientos y emociones como la alegría y felicidad, tanto de nosotros mismos como de los otros a quienes apoyamos.

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